Norma Maria Ruiz Santamaría: Celia y Haydée, de la Revolución a la Patria, de la Patria a Casa
Ida Garberi *
“La Revolución es algo que se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella”.
Ernesto Che Guevara
Una vez más el poder de convocatoria de Haydée Santamaría fue más fuerte que todo, su carisma natural permitió llenar la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas en La Habana, durante la presentación del primer libro publicado en Cuba de su hija Celia María Hart Santamaría.
Celia decidió y preparó esta edición cubana antes de desaparecer físicamente de este planeta, y la fiel “Chela” Rodríguez y su prima Norma Maria Ruiz Santamaría vencieron todas las dificultades materiales, que debe afrontar Cuba para poder imprimir un libro (gracias al “querido” bloqueo de los vecinos del Norte) y han hecho realidad este sueño deseado y madurado en muchos años.
Celia nos permite curiosear el lado más íntimo de su madre, nos lleva, tomándonos de la mano, adentro de sus reflexiones sobre el asalto al cuartel Moncada, en los meandros de sus emociones poco después de la derrota del 26 de julio, cuando Haydée desde la prisión de Guanajay les escribe a sus padres, casi nos permite tocar con los dedos la camaradería que la ató a personajes históricos y revolucionarios como el Che Guevara y Celia Sánchez……y como desde el principio del movimiento revolucionario, tuvo una confianza “en forma total” en Fidel Castro, el hombre de Cuba y la convicción de que el tenía que vivir mucho tiempo.
Y ahora no hay más dudas sobre este hecho, y por suerte Dios escuchó los ruegos de todos los revolucionarios del mundo (como el padre Miguel D’Escoto afirmó) y todavía tendremos a Fidel Castro por mucho tiempo, pero en el lejano 1953, sólo la luz especial, que brilló en los Santamaría, nos pudo ofrecer la señal de la importancia del Comandante en Jefe en la Revolución Cubana.
Haydée y Celia fueron dos mujeres eternamente enamoradas, hicieron del amor su punta de lanza para combatir el fascismo.
Yo, que tuve la suerte de ser amiga de Celia, aprendí de ella la fuerza que está dirigiendo, ahora, mi vida: la solidaridad.
Gracias a su fuerza y a su amor por la Revolución permanente y mundial, después de un encuentro con Celia, yo misma me sorprendía a veces cantando sola a Silvio Rodríguez o a Pablo Milanés, por la calle o en la oscuridad, porque el amor nutre el alma, te impregna la piel de escalofríos suaves y fuertes, materializa los sueños, te convence que el pequeño granito de arena que aportas con tu trabajo ayuda a cambiar la historia, te ofreces hacia aquel mundo mejor que el Comandante en Jefe nos enseñó a reclamar.
El amor conforta, alienta, redime. Celia, como hizo su madre con ella, me enseñó a enamorarme, estúpidamente, del género humano, en una forma tan profunda que ni el amor de pareja puede borrar esta enorme fuerza.
La energía positiva de Celia, absorbida de su madre, se maduró con el tiempo, fue ganando terreno y justamente la publicación del libro “Haydee, del Moncada a Casa” y la preparación del próximo dedicado a los Cinco Héroes cubanos, nos demuestra que está venciendo batallas, junto a las continuas conquistas cubanas.
Y como dijo Haydée, que lo que se ama vive siempre, nosotros que seguimos luchando inspirados por esta energía, seremos más fuertes para vencer al enemigo, el fascismo que destruye a nuestra gente latinoamericana, que baña de sangre la tierra hondureña, que hiere a muerte nuestra dignidad de comunistas irreverentes y críticos.
Esta familia Santamaría, estos iluminados de la historia, han sido un pilar fundamental de la Revolución cubana, han sabido ser fieles hasta el último sacrificio, (como Abel, en el ataque al Moncada, el ángel del movimiento 26 de julio, que si hoy estuviera vivo cumpliría 82 años el próximo 20 octubre) y perpetrar estos valores tan importantes para las generaciones que los han seguido.
Quien me cuenta momentos de la vida familiar de los Santamaría, es Norma, la prima de Celia, hija de Ada (la más pequeña de los cinco hermanos), que vivió casi ininterrumpidamente sus primeros dieciséis años de vida en casa de Haydee y Armando Hart, a causa de los numerosos viajes de su madre.
En la casa de Miramar, dormida a los pies del mar, Norma vivió su adolescencia con Celia, Abel Enrique y otros 14 niños adoptados procedentes de muchas partes del mundo pero todos con un denominador común: la necesidad de una familia y el calor de un hogar.
Yeyè cuidó de la numerosa familia con el mismo amor que dedicó a sus tareas revolucionarias, se ocupó de la educación de sus vástagos siempre convocándolos a la solidaridad y a los principios de la Revolución: supo usar el mismo empeño y el mismo sentimiento para regar su jardín, cocinar, enseñarles a los niños “Versos Sencillos” de José Martì, bajo el influjo de Armando Hart, o recordar las palabras de Fidel Castro en su discurso sobre la Educación Formal, pronunciado el 6 de enero de 1962, en el acto de inauguración del Palacio de los Pioneros.
"… .. Por eso, los niños tienen que ser buenos revolucionarios. Ustedes recuerdan aquello que, cuando se entregaron los cuarteles, los grandes cuarteles para escuela, ustedes se acuerdan aquello que dijimos, que el niño que no estudia no es buen revolucionario. El niño que no se porta bien en la escuela o en la casa, no es buen revolucionario; el niño que no es buen pionero, no es buen revolucionario”.
Y estas frases educativas dedicada a los niños, Haydee las escribió en grandes carteles por toda la casa, y de modo firme y tierno al mismo tiempo, forjó a los pequeños revolucionarios.
“A veces tocó tan profundamente las cuerdas emotivas de nosotros, rebeldes lampiños que, por ejemplo, un dia ante lo establecido por Haydée de la nececisad de comerse todo lo que teniamos en el plato, porque los niños africanos estaban muriéndose de hambre, Abel Enrique, hermano de Celia, decidió preparar un paquete y mandarlo a África, sintiendo el deseo de dividir con aquellos pobres y hambrientos niños su comida”, me cuenta Norma.
Y mientras el Apóstol acompañó cada momento del día, con su sabiduría a veces un poco complicada para estos jóvenes revolucionarios, que bebían de los labios de Armando Hart “La Edad del Oro”, el tiempo estaba pasando inexorablemente.
Las huellas indelebles que dejó Haydee y sus hermanos han permitido transmitirles a los jóvenes Santamaría este sentido de pertenencia a la Revolución cubana, la conciencia de saber privarse de recuerdos familiares para donarlos a museos, donde se converten en bienes de todo un pueblo, que podrá admirarlos, conocerlos y saber cuánto amor a la Patria ha trascendido de esta familia.
Los Santamaría han forjado, están forjando y forjarán la Revolución en esta pequeña gran isla caribeña, sintiéndose completamente parte y artificios de su suerte.
Celia sorbió de la leche materna el carisma del líder y dentro del clan de la familia se movió como si tuviera prisa, como si una premonición malvada y real la empujara a tratar de hacer más cosas posibles en pocos años de vida.
Esta Mariposa de la Cultura cubana identificó en Norma a la prima más cercana a su trabajo literario, quizás incitada por el hecho de que su hija Inessa, quiere estudiar periodismo.
Yo misma fui testigo de que en la fiesta del 24 de febrero de 2008 Celia conversó mucho con Inessa y estimuló su aptitud hacia el periodismo; el amor clarividente de Celia indicó que Inessa será la Santamaría que tiene que continuar el camino literario iniciado por esta familia heroica, donde todos los jóvenes adolescentes están siendo consecuentes con la estirpe de los padres.
Celia en el último artículo del libro “Haydee, del Moncada a Casa” escribe un recuerdo póstumo después de la muerte de su tía Aida (la última de los cinco hermanos en dejarnos) y con tristeza afirma que “ahora puede ser el fin, al menos para nosotros: la última rama de ese árbol milagroso acaba de ser devuelta a la tierra…… Hoy cerró un capítulo extendido de esta obra peculiar de la Revolución.
Debemos juntar las manos con fervor…y pensar…y amar mucho para que las cenizas de la luz de esta legión de iluminados puedan acompañarnos un tanto más allá, cuando tengamos que seguir a tiro forzado, lidiando con la muerte, en los años que nos restan. Con el sepelio del dia de hoy, algo muy hermoso e indefinido termina por cerrarse en esta luminosa historia de una Revolución fabricada a plumas de ángeles”.
Pero aquí, Celia, te equivocaste, yo no creo que tu familia haya perdido su magia, su capacidad de infundir fuerza y sanos principios, la vida continúa, tu pluma será reemplazada por Inessa, que ya este año escribió su primera nota recordando el aniversario de tu desaparición física, regalándote girasoles y convenciéndonos, como tú misma afirmaste... “Gran responsabilidad frente a la historia que solo con el amor heredado por ellos de forma exquisita podremos esgrimir.
Haber vivido, vivir lo infinito, andar junto a este, es tener sol cada mañana”.
Y este sol de los Santamaría continuará a resplandecer y a darnos la fuerza para ir adelante, seguros, como dijo Martì que “hacer es el mejor modo de decir”.
*la autora es responsable de la página web en italiano de Prensa Latina
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