Un abrazo virtual de los Cinco cubanos a Pinar del Río
Ida Garberi *
Este sábado 11 de octubre de 2008 fue para mí una experiencia verdaderamente única, puesto que tuve el honor de acompañar a un grupo de los familiares de los Cinco cubanos prisioneros políticos de los EE.UU. desde más que diez años, que llevaron un gran abrazo virtual a los habitantes de la provincia de Pinar del Rio.
Rosa Aurora Freijanes, esposa de Fernando González, Mirta Rodríguez, madre de Antonio Guerrero y Tonito, hijo de Antonio Guerrero fueron a San Cristóbal, un municipio de la provincia de Pinar del Río para entregar una pequeña contribución material de apoyo a las personas golpeadas por los dos terribles huracanes que atraversaron a Cuba hace un mes, dejando especialmente en ésta provincia, destrucción y grandes necesidades.
Para acompañarlos en este gesto de amor, fuimos también un grupo de compañeros del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco cubanos de La Habana.
Somos un grupo heterogéneo, que provenimos de muchos países del mundo y que viviendo en la capital cubana, ponemos nuestro pequeño granito de arena, haciendo de puente con los grupos de solidaridad con los Cinco en nuestros correspondientes países.
Provenimos de Italia, Perú, Argentina, Palestina, Estados Unidos, Bolivia, Santo Domingo, Chile, Colombia y también de la misma Cuba.
Tengo que decir que la pequeña contribución material que hemos podido donar sólo representa algo simbólico, lo sabemos, pero lo que en cambio enardeció los corazones e hizo sonreír a los habitantes de la provincia de Pinar del Río fue el mensaje de amor de los Cinco hermanos prisioneros del imperio, que aunque están cerrados tras las rejas, sus pensamientos viajan libres y preocupados por su pueblo.
Fueron ellos quienes nos pidieron este favor: que fuéramos sus mensajeros de solidaridad, para infundir ánimo y optimismo en el porvenir a los que, en ciertos casos, habían perdido todo.
Efectivamente el paisaje que vimos era desolante, pero gracias a la Revolución cubana hoy ya se pueden notar algunas reconstrucciones de las casas, de las escuelas, de las naves para la cría avícola y de las estructuras de un central azucarero.
Los representantes del gobierno se mostraron muy satisfechos con este gesto humanitario y nos lo agradecieron, en nombre de la población, que posteriormente encontramos reconstruyendo una escuela primaria del municipio.
Este momento fue verdaderamente emotivo, porque junto a los cubanos trabajaba un grupo de venezolanos de la brigada voluntaria, la “Misión Ribas”, que está ayudando en el hermano país a mejorar el nivel de escritura y lectura de los menos afortunados.
Un joven venezolano muy jovial, a quien pregunté cómo supo de esta ayuda a los golpeados del ciclón, me contestó, sonriendo, que su Comandante, Hugo Chávez, había hecho un comunicado acerca de esto en la televisión y él en seguida había buscado la planilla, que se tenía que llenar, para venir a Cuba.
"¿Cómo puedo dejar a mis hermanos cubanos en el momento de la necesidad? Con qué conciencia puedo virar la espalda cuando se han ocupado desde siempre de nuestra salud y de nuestra educación mandándonos médicos y profesores"?.
No sé que contestar, me conmovió con su sonrisa y sin palabras le regalé mi broche del Comité de los Cinco, estoy segura de que Gerardo, Antonio, Renè, Fernando y Ramón estarían orgullosos de que su efigie resplandeciera sobre este pecho joven tan generoso.
Los venezolanos abandonaron el trabajo por un momento y nos regalaron canciones revolucionarias de saludo y bienvenida, por algunos minutos repicaron en el aire los nombres de Fidel, Raúl, Chávez, el Che Guevara, Morales, Correa… ..todos aquellos hombres que hicieron posible esta estupenda América Latina, que hoy se está uniendo y marchando hacia el socialismo del siglo XXI.
Fue un momento mágico, la sonrisa apareció sobre todas las caras, también en la de las maestras que han quedado sin escuela, porque saben que bien pronto este socialismo internacionalista podrá devolvérsela, íntegra, en sus manos, aún más fuerte y sólida porque los fundamentos están impregnados de la solidaridad latinoamericana.
Otra parada de nuestro autobús fue en la localidad de Taco Taco, donde por un momento sentí la desolación helarme el alma: casi todas las casas quedaron destruidas o sin techo, algunos vecinos tuvieron que hacerse cargo de aquellos menos dichosos y las últimas lluvias inclementes dejaron por todas partes charcos de fango.
De repente mi atención fue capturada por un gran hombre negro, que abandonaba, por un momento, la construcción de su casa para correr a nuestro encuentro, era Reynaldo Fuente, un compañero de la guerra de Angola de Renè Gonzalez, uno de los Cinco cubanos.
La vida es así, a veces emocionante e impredecible, este hombre fuerte y serio se conmovió al ver a la madre de Antonio y nos enseñó el artículo de un periódico local donde se publicó una entrevista que le hicieron para saber más de René Gonzalez, como soldado en África.
Mientras Reynaldo nos enseñaba el recorte de periódico, nos confesó que había perdido prácticamente todo con el huracán pero este trozo de papel, que ahora quería regalarle a Mirta, la madre de un hermano suyo prisionero político en los EE.UU., lo había preservado sin ninguna duda como una de las pocas cosas que la lluvia y el viento no habían podido, absolutamente, llevarse, junto a sus queridos recuerdos al lado de René.
Otra vez el corazón se aprieta fuerte fuerte y me hace reflexionar sobre lo que es importante en la vida, porque todo es relativo…..para los hombres del primer mundo, de donde yo provengo, indudablemente el recorte de periódico no era una prioridad.......... pero por suerte para Reynaldo sí, gracias a personas cómo él podemos seguir soñando que el planeta tiene alguna esperanza de sobrevivir a la crisis mundial y a las locuras de guerra de los Estados Unidos.
¿Y cómo no conmoverse delante de los presos de la prisión de Taco Taco que participan en la reconstrucción, y que se ofrecieron para ayudar sus mismos compatriotas a reconstruir las casas que no habitarán nunca?
El día fue de verdad intenso y emocionante y acabó con el gesto de amor más tierno de todos: cuando el autobús llegó a la sede del Comité, sonó el teléfono de Rosa y de la otra parte un Fernando preocupado estuvo regañándola porque el teléfono se encontraba sin línea, mientras estábamos en los campos de Pinar del Río.
La observé mientras se alejaba para buscar un poco de privacidad y explicarle con dulzura lo que había sucedido y que estabamos justo cumpliendo la misión que ellos, los Cinco nos habían pedido.
Después de diez años parece que el tiempo no los haya dividido nunca, tampoco un instante, Rosa y Fernando continúan unidos, y luchando porque estas injusticias horribles, que son las sentencias de los Cinco cubanos, sean borradas.
De una cosa pueden estar más que seguros, ahora ya no están solos, la solidaridad mundial está luchando junto a ellos.
*l'autora es responsable de la página en italiano de Prensa Latina
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